Bultaco

Bultaco fue fundada en mayo de 1958 por Francisco Xavier Bultó, junto con un grupo de ingenieros, mecánicos y pilotos procedentes de Montesa, con el objetivo de fabricar motos claramente enfocadas al aspecto deportivo. En contra de lo que a veces se ha escrito, el nombre Bultaco, acrónimo de las iniciales del fundador, no fue ninguna idea del piloto John Grace; en realidad corresponde a las señas telegráficas que empleaba Bultó en sus viajes al extranjero por asuntos relacionados con Montesa y FISA, su fábrica de segmentos.

El primer modelo de la marca, la Tralla 101, aparecida en marzo de 1959, seguía la fórmula más habitual en la producción española de la época: monocilíndrico vertical refrigerado por aire de 125 cc a ciclo dos tiempos. Una máquina aparentemente convencional pero dirigida al usuario con más aspiraciones que ir a trabajar o de paseo con ella. El motor, de aluminio, formaba bloque con la caja de cambios y rendía 12,5 CV de potencia. La posición de pilotaje era muy deportiva gracias a las hendiduras laterales del depósito (con tapón de cierre rápido) para las rodillas, al estrecho manillar y a las estriberas retrasadas. Tras probar la moto en octubre de 1959, Moto Revue destacó su facilidad de manejo, la óptima estabilidad y el preciso accionamiento de la caja de cambio.

Debidamente preparada, la Tralla se convirtió en una base ideal para la competición -derivaron de ella las posteriores TSS de 125, 250, y 350 cc- y su éxito comercial no se hizo esperar. “El mercado sigue la bandera a cuadros” decía Paco Bultó, parafraseando la máxima anglosajona: “Win on Sunday, sell on Monday”. Con ella había nacido algo más que otra moto en el mercado y otra marca deseosa de sacar tajada del pastel motociclístico español, ya muy disputado entre Derbi, Moto Guzzi Hispania, MV Avelló, Ossa, Peugeot-Movesa, Sanglas o la propia Montesa.

Aparte de abrir el camino a una nueva generación de máquinas de asfalto que alcanzarían popularidad durante los años sesenta, sobre todo con la aparición de las Metralla 62 y Mk2, fue la simiente del fenómeno Bultaco, la firma que iba a liderar el deporte de las dos ruedas en España durante casi dos décadas. Su palmarés nacional e internacional, ligado a figuras como Ramon Torras, John Grace, Ramiro Blanco, Paco González, Salvador Cañellas, Barry Smith, Tommy Robb, Barry Sheene, Angel Nieto y muchos otros, no tiene parangón (sólo Derbi acumula más títulos, aunque centrada en la velocidad), con un sinnúmero de triunfos en todas las disciplinas que acometió.

A lo largo de las dos décadas siguientes Bultaco se forjaría un sólido prestigio en el terreno deportivo a nivel mundial, sobre todo en las disciplinas verdes: motocross, todo terreno y trial. En cuanto a su creador, propietario y alma mater, F. X. Bultó es la imagen del triunfo: rico, elegante, políglota, extrovertido e hiperactivo aunque hombre de orden en el sentido más tradicional, desplega una intensa actividad científica manteniendo contactos con el Dr. Blair -catedrático de termodinámica de la Universidad de Belfast-, participando en la Sociedad de Técnicos de Automoción como miembro de junta, y doctorándose en Ingeniería en 1962, año de aparición de la primera Metralla.

La popularización del automóvil de la mano del Seat 600 supuso un fuerte golpe para el sector de la moto en España. Pero la llegada de este utilitario coincide con un hecho crucial: la creación de la Sherpa T en 1962, encargada por Bultaco a Sammy Miller, que revoluciona el concepto de la moto de trial al ganar todas las pruebas en las que participa y acaparar títulos durante años. Con el boom de la moto verde -gracias a sus también excelentes modelos de cross y enduro-, tanto Bultaco como sus otros dos rivales nacionales imponen su hegemonía a nivel internacional.

En la segunda mitad de los años sesenta Bultaco tenía una amplia gama, formada por gran cantidad de modelos, y una producción superior a 20.000 unidades anuales, el 60% de la cual iba destinada al mercado americano, un 20% a Europa y Oceanía, y el 20% restante a la clientela española. Pero en los setenta, la bajada de las exportaciones y el auge de las motos japonesas causó estragos entre los fabricantes del país. Estas circunstancias, unidas a la fuerte conflictividad social y la caótica gestión interna de la empresa dieron al traste con Bultaco, que a principios de los años ochenta cerraría definitivamente sus puertas.

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